Desde la copa y entre las ramas

De un viento intoxicante

que sabe tibio y termina por helarte

volaron memorias opacas

desde la copa y entre las ramas.

Quizá fuese un enigma del Mioceno

enterrado entre minas de la Toscana

que aseguraba un tropiezo darwiniano

y devolviera mi alma a las montañas.

Mas mis pies descalzos, mi cabeza elevada,

recorrerían cual Sahelanthropus pastizales

en busca de frutos, nueces y semillas

como aquellas que mi madre sembraría.

Y los poetas de la ciencia, componiendo

nuevos versos cual cantares del bohemio,

añadirían las palmas y maderas

que acogieran a mis padres los inviernos.

Igual que Ardi escalaría bosques,

y en el cielo loros y palomas

permitirían distinguir raíces etíopes,

con ramas choapenses y de la Barceloneta.

Saciada de néctar (no de flores

como la hermana abeja hace en Fortín)

descansaría junto a Anamensis la cabeza,

unida al lago que a mi prima es afín.

Y al abrir los ojos, y hallarme nuevamente,

poseería una habilidad para milenios,

ya no de un “bandar-log” despreocupado,

sino aquella que Lucy usara de tiempo en tiempo.

Pero dime por favor, hermano Viento,

que parece que te cuelas en mis huesos

¿eran así los brazos y las piernas

que apoyaban los viajes de mis ancestros?

O déjame ver tú, hermana Agua,

que como espejo te haces de mi cara

¿son mis colmillos Afarensis?

¿son mis molares Boisei?

¿es acaso mi rostro más plano que oblicuo,

como aquellos que en el tiempo se han perdido?

Quizá en el Pleistoceno encuentre reflejo,

aunque mis manos de la Oldowan poco participaran,

mas mi fascinación y acogida a las rocas

pudiera en este lapso hallarse cimentada.

El moño en mi cabeza, y por supuesto,

el “ser para los demás” de mis padres, mis maestros,

difícilmente escapa al “memorama”

que une difusamente al llamado Erectus,

aquel que acompañaba el caminar

de Rudolfensis a Sapiens, en efecto,

y llevaba la flor roja a Zhoukoudian

cambiando más que sólo el tono del alimento.

Entonces cuenta, hermano Viento, por favor,

¿cómo fue que en casa de mi abuela

terminó esa flor roja derritiendo cera

a la par de alabanzas al creador?

¿Es que acaso lo aprendiera de las tecas

en aquel mercado de madrugadas?

¿o Neandertales lo tomaron de las cuevas

transmitiéndolo entre familias en oraciones arcaicas?

No huyas ya, hermana Agua, por favor,

que en la neblina me haces sospechar

que aquellos juegos de pelota que tanto cansan

los jugaran, así como mi mamá.

¿tendrían también la voz de mi papá?

¿o como el zenzontle cambiarían tonos?

Pues, es cierto que el hioides es similar

pero… imposible es comprobarlo por mí mismo.

Debiera volver entre intervalos a Gibraltar,

averiguando por las primeras joyas y ropajes

que ahora cubren las tierras de identidad

y dibujan en nuestras pieles diversidades.

Bien responden,

Viento, Agua,

comprendo…

Que aquello cuanto fue, no quedará.

Y aunque mucho pasara aquí escribiendo

a los muertos en algún punto hay que enterrar.

Mas la curiosidad científica disipa dudas

de cuanto ha transformado y permitido el Holoceno,

trazando las vidas del Capitán,

mis abuelas, abuelos, padres

y toda humanidad.

~Agazith

 

He escuchado decir que la poesía no debe ser objeto de explicaciones, pero pienso que tal vez debiera realizar una breve mención de los elementos que para este ejercicio se han repasado y reencontrado  entre los recursos enlistados al final de estas letras.

          Pasada la primera estrofa, se ubica en tiempo y espacio al Oreopithecus, en específico el hallazgo de 1958 en Italia y la teoría de Johannes Hürzeler de integrar, con su característica parcialmente bípeda, a esta especie como un homínido antiguo, lo que dio lugar a encabezados como “Darwin c’est trompé…” así como a un debate que parece vigente (Florensa 2016; Wayman), brinda el toque de duda y curiosidad que acompaña todas las estrofas, y que dio pie al comentario inicial sobre los climas variantes a lo largo de las eras.

          Después, se ha recurrido a la posición del foranem magnum en el Sahelanthropus tchadensis, el paisaje en el que se desarrollaba y posible alimentación. (Smithsonian Institution 2021e; Brunet et al. 2002) Debido a que esta última especie parece relacionada con los Ardipithecus, éstos han sido seleccionados para la continuación de las ramas, en específico el Ardipithecus ramidus, aunque previo a su mención he decidido comentar en el panorama de constante movimiento con respecto a las investigaciones sobre la evolución humana, integrando a la par el ambiente en el que la especie se desarrolló (Gibbons Ann 2009), comparando con especies de plantas que en gran parte han sido utilizadas para la construcción de mobiliario y en general las casas en las que mis padres pasaron parte de su infancia. Del mismo modo, se señala la cercanía de todas las especies a la zona oriental (principalmente) del continente africano, sin dejar de lado las comunidades a las que las historias familiares acercan.

          Así, para las siguientes dos estrofas se han añadido las especies de Australopithecus anamensis y afarensis, señalando de la primera esencialmente la dieta frutal y la cercanía a los cuerpos de agua que le otorgan su nombre, y de la segunda (bajo el nombre de su representante más popular) las adaptaciones para la locomoción terrestre y/o arbórea que parecen haberle aportado bastante en la supervivencia por prácticamente un millón de años. (Smithsonian Insitution 2021d; Kimbel and Delezene 2009)

          A continuación, se cuestionan las características físicas que a la autora pudieran recordar tanto a la reducción canina del Australopithecus afarensis como a la megadontia del Paranthropus boisei y la forma particular de los rostros de estos parientes “robustos”. (Smithsonian Intitution 2021c)

          Nuevamente se toma en cuenta el paso del tiempo, y junto a ello se recuerda la presencia de las herramientas de piedra, en específico la industria Oldowan, incluyendo especialmente con esto al Homo habilis, aunque inmediatamente se recurren a las características del torus occipital, el cuidado de aquellos vulnerables y la evidencia del fuego controlado para enlazar con ello al Homo erectus, enfatizando la importancia de este último elemento en los cambios observados entre biología y cultura.  Se menciona bajo la nota de su “caminar” su extensión geográfica y temporal, así como la cercanía e intercambio con otras especies de homínidos. (Smithsonian Institution 2021 b)

          Finalmente, se ofrece un espacio amplio al Homo neanderthalensis, con el que se resaltan las similitudes físicas como la habilidad del habla, pero mayormente aquellas culturales reflejadas en evidencias de vestimenta, joyería, la utilización de símbolos o incluso posibilidades del desarrollo de religión. (Smithsonian Institution 2021a; Shipman 2008) En efecto, el resto se deja a la interpretación del lector.

Smithsonian Institution

2021a Homo neanderthalensis. Electronic document. https://humanorigins.si.edu/evidence/human-fossils/species/homo-neanderthalensis, accessed May 11, 2021.

2021b           Homo erectus. Electronic document. https://humanorigins.si.edu/evidence/human-fossils/species/homo-erectus, accessed May 11, 2021.

2021c Fossils. Electronic document. https://humanorigins.si.edu/evidence/human-fossils/fossils, accessed May 10, 2021.

2021d Australopithecus anamensis. Electronic document. https://humanorigins.si.edu/evidence/human-fossils/species/australopithecus-anamensis, accessed May 10, 2021.

2021e Sahelanthropus tchadensis. Electronic document. https://humanorigins.si.edu/evidence/human-fossils/species/sahelanthropus-tchadensis, accessed May 10, 2021.

Brunet, Michel, Franck Guy, David Pilbeam, Hassane Mackaye, Andossa Likius, Djimdoumalbaye Ahounta, Alain Beauvilain, Cécile Blondel, Hervé Bocherens, Jean-Renaud Boisserie, Louis Bonis, and Yves Coppens

2002   A new hominid from the Upper Miocene of Chad, Central Africa. Nature 418:801–801.

Florensa, Clara

2016   “Darwin was Wrong.” The International Media Coverage of the Oreopithecus’ Reinterpretation (1956-1959). Centaurus 58(3):219–238. DOI:10.1111/1600-0498.12123.

Gibbons Ann

2009   A New Kind of Ancestor: Ardipithecus Unveiled. Science 326(5949):36–40.

Kimbel, William H., and Lucas K. Delezene

2009   “Lucy” redux: A review of research on Australopithecus afarensis. American Journal of Physical Anthropology 140(S49):2–48. DOI:https://doi.org/10.1002/ajpa.21183.

Shipman, Pat

2008   Separating “us” from “them”: Neanderthal and modern human behavior. Proceedings of the National Academy of Sciences 105(38):14241–14242. DOI:10.1073/pnas.0807931105.

Wayman, Erin

2011   Human Evolution’s Cookie Monster, Oreopithecus. Smithsonian Magazine. https://www.smithsonianmag.com/science-nature/human-evolutions-cookie-monster-oreopithecus-1657956/, accessed May 6, 2021.

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